¿Quién es Jack the Ripper?
En el año 1888 en el barrio de Whitechapel, en el East End de Londres, al menos cinco mujeres fueron mutiladas luego de ser asesinadas. El homicida, quien se presume mantuvo comunicaciones con la policía y la prensa a través de cartas, se habría presentado bajo el pseudónimo Jack the Ripper (Jack el Destripador). Los crímenes, que hoy serían tipificados como femicidios, continúan atrayendo a investigadores de todo el mundo. Ya que, el deseo de desentrañar el misterio sobre quién fue este hombre, lleva a expertos forenses a generar nuevas hipótesis y aplicar nuevos estudios científicos.
Es indudable que los violentos sucesos forman parte de la historia de Londres y son a la vez un fenómeno cultural, ya que inspiraron la creación de películas, series y también libros de variados géneros. De esta manera, atraída por la incógnita, al igual que los miles de turistas que pasean diariamente por la capital de Inglaterra, caminé por las calles y recorrí los lugares donde todo había ocurrido 131 años atrás. Esta visita, me llevó a recopilar información y publicaciones de todo tipo en clave de conocer más sobre los hechos.
London Bridge. Fotografía de la autora. |
Para comenzar a analizar los crímenes, debemos retroceder a las épocas victorianas del Reino Unido y recordar que la investigación criminal no existía tal como hoy en día. En el mundo penal de aquellos tiempos, el background del sospechoso y los relatos a base de testimonios eran los elementos probatorios por excelencia para castigar o liberar a un culpable o inocente. Si bien existían rastros que se tomaban en cuenta, en ese entonces la Criminalística se encontraba en sus albores; en 1888 Bertillon recién publicaba su tesis sobre "El Retrato hablado" en Francia y el "Manual del Juez", de Hans Gross, no vio la luz hasta 1893.
Por la misma razón antes enunciada, la investigación criminal no había desarrollado y sintetizado las técnicas científicas que ahora permiten preservar, cuantificar y valorar las evidencias físicas. Por ejemplo, no era posible extraer muestras de ADN en la escena del crimen (pelos, semen, sangre, células epiteliales) para enviarlas a un laboratorio genético, bajo estrictas normas y obtener un resultado categórico el cual comparar, con sospechosos o incluso bases de datos, en cuestión de horas.La identidad de Jack el Destripador fue atribuida a diversos autores a lo largo de la historia. ¿Por qué?
No obstante, esto no detuvo a científicos ingleses quienes en 2019 publicaron[i] su investigación sobre el análisis del ADN presente en un chal, el cual habría sido hallado en una de las escenas del crimen. Esta prenda, la cual contendría rastros de sangre de la víctima y semen del victimario, fue sometida a estudios levemente destructivos sobre el ADN mitocondrial. Los perfiles obtenidos, fueron comparados con la identidad genética de familiares vivos de la víctima y de uno de los principales sospechosos en ese entonces, el barbero Aaron Kosminski, de 23 años de edad. Y aunque ciertamente se encontraron coincidencias, los resultados obtenidos no fueron considerados determinantes por gran parte de la comunidad científica forense. Esto se debe a que las condiciones de preservación de la evidencia durante todos estos años, lo que hoy denominamos cadena de custodia, no estuvieron garantizadas y por lo tanto los resultados carecen de validez. Asimismo, el ADN mitocondrial presenta ciertas limitaciones para apuntar a un único sospechoso.
En clave de identificar al criminal, o al menos atribuirle un rostro, la policía aplicó novedosas técnicas biométricas. Utilizando los relatos de los testigos obrantes en las causas, periódicos de la época y softwares forenses que emplean algoritmos de proporciones faciales, se obtuvo una imagen.
Rostro atribuido a Jack the Ripper |
¿Es posible afirmar que nos encontramos frente al verdadero rostro de Jack el Destripador?La respuesta no es sencilla, los resultados obtenidos con estas técnicas pueden presentar un mayor o menor grado de exactitud dependiendo de la cantidad y calidad de los datos con los que se cuente. No obstante, suponiendo que el resultado fisionómico sea cercano, no alcanza para conocer su identidad de manera acabada.
Como mencioné anteriormente, la policía de Whitechapel y también la Central News Agency recibieron más de 200 cartas firmadas por el homicida luego de los crímenes, no obstante, se cree que las mismas fueron creadas por periodistas para aumentar sus ventas. Sin embargo, en la carta “Dear Boss”, la más famosa y con destinatario dudoso, el escritor se atribuyó el homicidio más reciente y mencionó que cortaría la oreja de la siguiente víctima, hecho que sí sucedió, motivo por el cual es considerada como una comunicación genuina. Además, se transformó en la carta más resonante porque al pie se encuentra firmada con el pseudónimo Jack de Ripper, con el cual el criminal es nombrado hasta el día de hoy.
Tomando las cartas como evidencias para la resolución de los crímenes, en el año 2018, se realizó una publicación científica[ii] la cual explica los resultados obtenidos luego de la aplicación del Índice de Jaccard (el cual mide similitudes entre conjuntos) en relación con las distancias de las palabras de 209 cartas. Los resultados cuantitativos obtenidos y el descubrimiento de similares estructuras léxico-gramaticales, permitieron asociar a las comunicaciones “Dear Boss”, "Saucy Jacky" y a una tercera carta conocida como "Moab and Midian", con un único autor. Nuevamente observamos que el resultado constituye nueva evidencia forense ya que conecta un mismo individuo ejecutor, pero no permite identificar de quién se trata.
Dear Boss |
Dear Boss II |
Saucy Jacky |
El desarrollo actual de la perfilación criminal ayudó a definir su modus operandi y las peculiaridades de su firma personal [iii]. Para este tipo de saberes se estudiaron las características de las heridas y su ejecución, las posiciones de los cuerpos de las víctimas, así como también los lugares elegidos como escenas del crimen, los horarios y todo tipo de elementos de interés.Desde el análisis Criminológico, existen hilos conductores entre los casos: Las características de las víctimas que seleccionaba, las condiciones ambientales que procuraba para perpetrar los crímenes y las acciones que llevó a cabo en cada uno de ellos.
El modus operandi de Jack el Destripador se distingue por la evolución y adquisición de experiencia. Las víctimas eran mujeres blancas de entre 25 y 45 años de edad, de escasos recursos y que en principio se habrían dedicado a la prostitución, quienes eran abordadas de manera predatoria. Los crímenes fueron cometidos en un radio de 2,5 km2, en la oscuridad, entre la medianoche y las 6 a.m. El lugar de hallazgo de los cuerpos es el mismo que el lugar del hecho en todos los casos. El arma de empleo era un elemento cortante, un cuchillo largo y afilado. Las victimas eran estranguladas hasta la inconsciencia, luego el homicida cortaba sus cuellos transversalmente y mutilaba los cuerpos, principalmente los órganos sexuales. En el primer homicidio, los cortes los realizó estando enfrentado a la víctima, en los sucesivos casos el ataque lo realizó desde atrás, quizás para evitar ser alcanzado por la sangre y disminuir de esta manera las chances de ser atrapado por la policía. En algunos de los casos el criminal fue sorprendido por los testigos, las primeras víctimas fueron atacadas y dejadas en el exterior, mientras que en el último caso el hecho ocurrió en el interior de la residencia de la víctima. Este cambio de ambiente denota el aprendizaje e interés del homicida por no ser interrumpido, y obtener más tiempo y privacidad con la víctima durante el ataque. Y bajo esas condiciones de intimidad, él criminal logró consumar uno de sus femicidios más brutales, el de Mary Kelly.
Por otro lado, su firma personal se centra en la sexualización de la violencia cometida a las víctimas. Ciertamente se observa el mecanismo de completo control y demostración de poder hacia las víctimas de forma exagerada durante el ataque y sobre todo luego de la muerte. Está presente el Piquerism o Piquerismo, el cual es una práctica dentro de las parafilias relacionada con el placer sexual obtenido mediante la penetración de la piel de otra persona con objetos cortantes. Esto se da en aumento progresivo en cada caso sobre todo en los órganos sexuales, abdomen, senos y genitales. Además, todos los cuerpos eran dejados en exposición y al descubierto en posiciones de degradación sexual y vulnerabilidad de manera intencional por el atacante.
De esta manera de los 11 homicidios a mujeres ocurridos durante 1888, pudieron relacionarse 5, los cuales son también conocidos como "las víctimas canónicas":
- Mary Ann Nichols
- Annie Chapman
- Elisabeth Stride
- Catherine Eddowes
- Mary Janes Kelly
Entonces, condensando la información recopilada y volcada en este texto, puedo decir que: en la ciudad donde fueron brutalmente atacadas Mary Ann Nichols, Annie Chapman, Elisabeth Stride, Catherine Eddowes y Mary Janes Kelly, el mito sigue presente cien años después. Los comercios londinenses, las fachadas y las calles empedradas, escenarios de los crímenes cambiaron, pero lo que persiste es la incógnita. Es que, quizás nunca logremos poner un rostro definitivo, un nombre y apellido o una identidad genética e histórica a Jack de Ripper, pero lo que sí es seguro es que este tipo de casos nos permiten referenciar el avance de las Ciencias Forenses. Aplicando una mirada crítica hacia el pasado, podemos hoy revalorizar el uso e importancia de protocolos, aplaudir el surgimiento nuevas técnicas, incorporar los nuevos enfoques criminológicos y victimológicos, los cuales deben responder a las nuevas demandas sociales. También se resalta la importancia del aporte interdisciplinario profesional a nivel mundial, lo cual permitirá finalmente un mejor estudio y resolución de nuevos casos complejos.
Fuentes:
[i] Jari Louhelainen and David Miller, Authors’ Response, Journal of Forensic Sciences, (2019). Wiley Online Library
[ii] Andrea Nini, An authorship analysis of the Jack the Ripper letters, Digital Scholarship in the Humanities, Volume 33, Issue 3, September 2018, Pages 621–636, https://doi.org/10.1093/llc/fqx065
[iii] CITA: Keppel, R. D., Weis, J. G., Brown, K. M. and Welch, K. (2005), The Jack the Ripper murders: a modus operandiand signature analysis of the 1888–1891 Whitechapel murders. J. Investig. Psych. Offender Profil., 2: 1-21. doi:10.1002/jip.22
[iv] Hallie Rubenhold (2019) The Five: The Untold Lives of the Women Killed by Jack the Ripper.
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