Violencia sexual y pruebas forenses


Según las últimas cifras globales publicadas por ONU Mujeres, el 35% de las mujeres en el mundo experimentó violencia física y/o sexual por parte de su pareja u otro individuo.

La violencia sexual se define como cualquier acto sexual cometido en contra de la voluntad de otra persona, ya sea porque la víctima no otorga el consentimiento o porque el consentimiento no puede ser otorgado por razones de edad, por alguna discapacidad o por algún estado de inconsciencia.

Aunque mundialmente se hable de un mayor compromiso para luchar contra estas violencias, lamentablemente contabilizamos más y más mujeres que sufren a diario. Entre los elementos más importantes para acabar con este flagelo podemos mencionar la planificación y la aplicación de políticas públicas, lo cual implica sensibilización de la sociedad, capacitación a fuerzas de seguridad y de la justicia e inversión en programas de protección y sostén de las víctimas.

Desde un punto de vista victimológico, cabe mencionar que no obstante contamos con cifras que permiten mesurar estos hechos, existen las denominadas cifras negras que ocultan a las mujeres que no realizan la denuncia por miedo, vergüenza o desconocimiento de los dispositivos a disposición, entre otras circunstancias. Por este motivo, los mecanismos dispuestos no pueden limitarse a la incitación a la denuncia, sino que deben garantizar contención psicológica y material durante y después de exponer esta situación a fin acompañar y proteger a las mujeres evitando su revictimización.


El rol de las ciencias forenses

Si bien las Ciencias Forenses actúan una vez que el hecho violento ya ocurrió y no revierten el trauma psicológico y físico provocado, aportan elementos importantísimos a la justicia. La criminalística permite investigar las circunstancias del abuso a fin de encontrar al culpable para que sea juzgado y condenado. Constituyen en si mismas una herramienta para ayudar a impartir justicia y debemos servirnos de ellas correctamente.

Desde el punto de vista sanitario, inmediatamente después de ocurrido el hecho, la víctima deber ser atendida por médicos forenses capacitados en situaciones de abuso sexual y respetar los protocolos vigentes para garantizar su cuidado al mismo tiempo que la protección de las evidencias.

De esta manera, en reglas generales se le proveerán a la víctima métodos contraceptivos y profilaxis tendientes a evitar embarazos y prevenir enfermedades venéreas. El personal médico debe evitar la re-victimización a lo largo del procedimiento.

Asimismo, tanto el personal de fuerzas de seguridad, peritos intervinientes en la causa y los médicos forenses deben conocer cuáles son los tipos de evidencias forenses que pueden presentarse en los hechos de abuso sexual y dónde pueden localizarse. En estos casos, es alta mente probable hallar evidencias en los cuerpos y ropas de las víctimas así como en el sospechoso (en el caso de identificarse alguno) y en el lugar de ocurrencia del hecho, por el conocido principio criminalístico de transferencia.

Sea donde sea que se localicen evidencias, estás deben ser recolectarlas y preservadas correctamente cumpliendo con los procedimientos legales y técnico-científicos que las protegen en su calidad de elementos probatorios.


La víctima, las heridas y posibles muestras

Respecto de las evidencias que podemos obtener en las lesiones del cuerpo de la víctima o del victimario, es importante aclarar que no en todos los casos de abuso sexual hay heridas físicas. Es decir, la falta de heridas no permite descartar la ocurrencia de un abuso sexual. Si éstas existieran, deberán ser registradas por escrito detallando todas sus características morfológicas y de localización.

Previo consentimiento de la víctima, dichas lesiones serán fotografiadas y, siempre que la zona lo permita, se usará patrón métrico. Las heridas menores que no requieran suturas, no deberían limpiarse antes de obtener muestras, ya que podrían contener restos de ADN del atacante.

Es crucial que las víctimas sean advertidas sobre la importancia de NO comer, beber, orinar o higienizarse antes de colectar las evidencias forenses. Todas estas acciones podrían eliminar rastros importantes para la identificación del agresor.

Las muestras forenses deben ser tomadas con la mayor celeridad posible, con el fin de evitar que las mismas sean contaminadas, degradadas o eliminadas.


Las muestras a recolectar

En relación a las evidencias a recolectar serán de especial interés aquellas que permitan determinar las circunstancias en las cuales ocurrió el hecho e identificar al agresor, para lo cual buscaremos por ejemplo: semen, sangre, pelos, células epiteliales y otras sustancias. Estas muestras son:

  • Hisopado bucal;
  • Hisopado vaginal;
  • Hisopado anal;
  • Hisopado en lesiones;
  • Hisopado en uñas;
  • Una muestra de orina a fin de buscar drogas, alcohol u otras sustancias tóxicas que haya ingerido la víctima;
  • Preservar prendas de vestir y ropa interior;
  • Preservar fibras capilares que pudieran encontrarse sobre la víctima al momento del examen físico;
  • Otros elementos que deben recolectarse y preservarse en caso de estar presentes: tampones, toallitas higiénicas, papel higiénico, algodón, etc.

La recolección de muestras

Existen en el mercado kits que facilitan la recolección de evidencias y su preservación específicamente concebidos para investigaciones de agresiones sexuales. Estos kits contienen más o menos elementos y varían en su precio dependiendo de la marca. A modo ilustrativo encontramos el kit de la marca Sirchie® el cual contiene: etiquetas, sobres y bolsas de papel rotulados, hisopos y agua destilada entre otros accesorios.

Kit Sirchie®
Kit Sirchie®

La adquisición de estos kits, los cuales son muy prácticos, muchas veces exceden el presupuesto de las instituciones que intervienen o son difíciles de conseguir en determinados países.

Por lo tanto, a continuación presento una lista de los elementos mínimos con los que debemos contar en nuestra valija criminalística para tomar correctamente las muestras necesarias en casos de violencia sexual:

  • Guantes de nitrilo;
  • Hisopos estériles;
  • Agua destilada;
  • Sobres o bolsas de papel limpios;
  • Frascos estériles;
  • Tubos plásticos o pequeños recipientes para la recolección de fibras capilares;
  • Rótulos adhesivos que contengan mínimamente la siguiente información sobre la muestra: horario y fecha de toma, la referencia del caso, nombre apellido y firma del profesional que tomó la muestra, indicación del tipo de muestra que contiene y método de conservación.


Preservación de muestras

Deberá realizarse la respectiva cadena de custodia de las evidencias recolectadas, lo que permitirá seguir su recorrido, así como también detectar cualquier alteración o modificación que pudieran haber sufrido entre el momento de su recolección y el momento de su análisis en el laboratorio forense.

Como aclaración final, es crucial que las muestras sean tomadas y analizadas por profesionales y peritos formados y habilitados para tal fin. Esto es vital, ya que cualquier error en los pasos mencionados puede derivar en la contaminación, desaparición o nulidad de las pruebas. Todo ello con el consecuente resultado fatal de no poder identificar al atacante ni determinar las circunstancias de la agresión, propiciando la impunidad de este tipo de hechos violentos.

Si tenés más dudas sobre este tema y querés contactar a un profesional, te invito a visitar el sitio de [emece] criminalística donde recibirás asesoramiento personalizado sobre esta y otras áreas forenses.


Autora: Claudia Venturini - Cofundadora [emece] criminalística





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Fuentes consultadas:

  • https://www.unodc.org
  • Long L, Butler B. Sexual assault. The Obstetrician & Gynaecologist 2018;20:87–93. https://doi.org/10.1111/tog.12474
  • https://evaw-global-database.unwomen.org/en
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